El colorete es esencial en el maquillaje porque unifica las fuerzas cromáticas
de la boca y los ojos. Asimismo proporciona un aspecto saludable, realza y esculpe
los rasgos y reaviva el cutis.
El colorete son polvos micronizados casi imperceptibles, a los que se
añaden pigmentos y agentes hidratantes. Se consigue una textura suave y fina de
efecto mate, que proporciona unos maquillajes favorecedores.
En la elección del colorete se deben considerar el efecto que se desee. Los
tonos claros resaltan, mientras que los oscuros dan profundidad. Por lo tanto,
si se desea que ilumine, se aplicarán tonos más claros. Si se utiliza como
correctores, será un tono más cercano a la piel.
El rosa, por ejemplo, resulta muy luminoso durante la noche, el marrón
sombrea las volúmenes pero confiere dureza al rostro, y el beis un aspecto
triste.
Mientras que tonos mates son discretos y aportan naturalidad, los nacarados
se recomiendan en maquillajes más elaborados.
Una vez escogido el color que se desea, se puede aplicar después de haber
maquillado los ojos y la boca. Se debe aplicar de forma oblicua en la zona más
exterior de las mejillas.
Para aplicarlo es necesario una brocha de colorete. Éstos están especialmente
diseñados para una aplicación uniforme y apropiada. Igualmente las brochas facilitan
su aplicación para un resultado perfecto.
Se toma una pequeña cantidad y se va añadiendo si se desea un tono más intenso. La brocha debe deslizarse con movimentos largos, desde el pómulo hasta las sienes. Se realiza varias veces, pero sin aplicar más producto, y se difumina al máximo.
Se toma una pequeña cantidad y se va añadiendo si se desea un tono más intenso. La brocha debe deslizarse con movimentos largos, desde el pómulo hasta las sienes. Se realiza varias veces, pero sin aplicar más producto, y se difumina al máximo.
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